A menudo encontramos mucha confusión en la comprensión de lo que es una protusión discal y su diferencia con la hernia discal.
La columna vertebral está formada por 33 vértebras en total: 7 vértebras cervicales, 12 torácicas, 5 lumbares, 5 sacras (que habitualmente están soldadas) y las 4 que forman el cóccix ( aunque puede haber entre 3 y 5).
Entre cada dos vertebras encontramos un disco intervertebral compuesto en su mayoría por agua y dividido en dos partes bien diferenciadas: una parte central gelatinosa denominada “núcleo pulposo”, y rodeándola una estructura fibrosa denominada “anillo fibroso”. La función principal del disco es amortiguar las cargas de la columna y estabilizar el movimiento intervertebral.
Las tensiones repetidas (malas porturas, levantamiento incorrecto de cargas, deportes de impacto...) pueden degenerar las fibras del disco y desgarrar, deformar (protusion discal) o romper (hernia discal) el anillo fibroso y liberar el núcleo pulposo. Al liberarse el núcleo, éste ejerce presión sobre el nervio causando lesiones discales y dolor y, en ocasiones, puede afectar a las piernas (cuando la hernia es lumbar) o a los brazos(cuando es cervical). Debido a que la zona lumbar sufre mayor desgaste por la mayor cantidad de carga que reciben y la gran movilidad que tienen, estos problemas suelen ser más frecuentes en la cuarta o quinta lumbar o al inicio del hueso sacro.
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